La enseñanza de la física en el siglo
XVIII: La física moderna, racional y experimental (1745) de Andrés Piquer Arrufat (primer libro de física escrito en español).
https://ojs.uv.es/index.php/dces/article/view/2431/1976
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Luis Miralles Conesa.
Universitat de València.
Mª José Miralles Hernández.
I.E.S. Abastos. Valencia.
Resumen:
En este trabajo pretendemos llegar al
conocimiento de la situación, influencia y nivel de la Ciencia
Física en el siglo XVIII.
Palabras clave: física, historia de la
ciencia, filosofía sistemática, filosofía corpuscular,
eclecticismo.
Abstract:
Knowledge on the state of the art,
social impact and level of development of Physics in the eighteenth
century are the main aims of this work.
Key Words: Physics, Science History,
systematic Philosophy, corpuscular Philosophy, eclecticism.
(Fecha de recepción: septiembre, 2007,
y de aceptación: Octubre, 2007)
DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS EXPERIMENTALES Y SOCIALES. N.º 21. 2007, 169-196 (ISSN 0214-4379)
1.
Introducción.
En España, durante todo el siglo
XVIII, el influjo francés se haría notorio en la vida política y
cultural tanto personal como institucional. A ello contribuyeron
reformadores como el P. Feijoo (1676-1764), o renovadores como el
humanista y erudito valenciano Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781).
Esta influencia se manifestaría de
forma singular, aunque manteniendo sus fuertes convicciones
filosóficas y religiosas, en todas las obras escritas por A. Piquer.
Destacó por su labor como renovador y actualizador en casi todas las
esferas del saber, siendo figura sobresaliente dentro del campo
científico-filosófico. Resalta su preocupación por la modernidad
que él quiere introducir en las aulas universitarias. Intentó
depurar los errores científicos que contenían las antiguas
doctrinas históricas.
En el prólogo de su libro de Física,
Piquer escribió: “La he escrito en lengua Española (sic), porque
deseo que la entiendan todos, y porque juzgo que a nuestra lengua
ninguna otra cede en limpieza, abundancia y fuerza de expresión”.
2. Biografía del Dr. Piquer y su
época.
Andrés Piquer Arrufat (n. 1711,
Fórnoles, Teruel; f. 1772, Madrid) se ha considerado valenciano por
residir muchos años en Valencia, primero como estudiante, después
como médico y profesor de su Universidad. Realizó los
estudios primarios en su pueblo natal. En (La) Fresneda
aprendió Gramática, Retórica y Poética. En el año 1727 comenzó
en la Universidad de Valencia los estudios de Filosofía. Obtuvo el
grado de bachiller en Artes y seis días después, 9 de febrero de
1734, el de bachiller en Medicina. Posteriormente, en Mayo del mismo
año fue graduado doctor.
En el año 1735 publica su primera
obra: Medicina vetus et nova. La trascendencia de ésta, junto
a otras sobresalientes publicaciones y su prestigio profesional
contribuyeron a que en 1739, la Academia Medica-Matritense le
nombrara Socio de Honor de dicha academia. Tres años después, tras
la reglamentada oposición fue nombrado Catedrático, Profesor de
Anatomía de la Universidad de Valencia. En el mismo año la
Corporación Municipal de la citada ciudad le nombró médico
titular. La acumulación de honores fue creciendo y en 1749, la
Academia Médica de Oporto le nombra académico honorario, en
atención a sus reconocidos méritos profesionales.
En España, durante el siglo XVIII, van
a suceder una serie de acontecimientos trascendentales. Al morir el
Rey Carlos II, de la casa de Austria, sin descendencia, se nombra,
tras la guerra de sucesión, el primer rey Borbón, Felipe V
(1700-1746) de Anjou, nieto del rey de Francia, Luis XIV. Felipe V,
fue reconocido y confirmado rey de España en el Tratado de Utrech,
celebrado en 1713. Luis I de Borbón heredó el trono, al abdicar su
padre en febrero de 1724. Falleció en octubre del mismo año. Felipe
V, nuevamente rey, mantendría su reinado hasta su muerte en 1746. Le
sucede su hermanastro Fernando VI, a quien le sucede su hijo Carlos
III, que reinaría desde 1759 hasta 1788. Señalamos dos eventos muy
singulares que tuvieron lugar durante el reinado de éste último
monarca: el motín de Esquilache (1766) y la expulsión de los
jesuitas (1767).
En el siglo XVII surgieron las primeras
reacciones contra la mentalidad tradicionalista de las universidades.
Eruditos, principalmente científicos, se reunían en tertulias.
Éstas, con el tiempo, resultarían ser la levadura de las Sociedades
Científicas tales como: la Royal Society de Londres (1666), la
Academia de Ciencias de París (1666) y la Academia de Ciencias de
Berlín (1700), San Petersburgo (1724) y la de Estocolmo (1739).
En España el precedente habría que
buscarlo en: la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de
Sevilla, la Academia Medica Matritense y la Academia Valenciana,
fundadas en 1700, 1734 y 1742, respectivamente. Los miembros
pertenecientes a esta última se llamaban académicos valencianos.
Andrés Piquer figura como Socio de
Honor de la Real Academia Medica-Matritense
y Académico Valenciano en sus libros: Física Moderna, Racional y
Experimental y Tratado de las calenturas, publicados,
respectivamente, en 1745 y 1751.
En 1751 el Rey Fernando VI le nombra
Médico de Cámara. Andrés Piquer se ve obligado a trasladar su
residencia a Madrid. Al año siguiente se le designará Protomédico
y en la misma orden se le nombraba Vicepresidente Vitalicio de la
Academia Médica-Matritense.
En 1766, a sus cincuenta y cinco años,
su quebrantada salud le obliga a solicitar su jubilación al rey. El
Dr. Andrés Piquer había sido confirmado en todos sus cargos por el
monarca Carlos III. En 1767 el rey Carlos III ordenó la expulsión
de los jesuitas, en un intento de romper el inmovilismo de las
universidades, reacias a dar paso a las nuevas doctrinas corrientes
científico-filosóficas y también porque fueron inculpados de
intervenir indirectamente en los desórdenes
organizados en el motín de Esquilache.
Seis años después, 3 de febrero de
1772, tras larga enfermedad, falleció D. Andrés Piquer y Arrufat,
cuando contaba con sesenta y un años de edad.
3. Fisica moderna, racional y
experimental.
El Dr. Piquer escribió esta obra de
carácter científico-filosófico, que ha contado cuatro ediciones.
La primera, publicada en Valencia, año. MDCCXXXXV (sic). De esta
obra hay otra edición de 1780. En la Biblioteca Nacional
(posiblemente en otras), existe una 3ª impresión, que no lleva año,
“pero desde luego es posterior a 1790” (Mindan, 1991). La cuarta
y última es una edición facsímil de la física de 1745, publicada
recientemente en Valladolid., año 2006.
Sobre el citado libro escribe Peset y
Cervera (1934): “Enemigo de la seudo-física médica reinante,
metafísica en rigor, se propone encauzar el aquelarre filosófico,
aquella manigua de teorías estrambóticas, con eclecticismo ceñido
a la naturaleza, escrito con su proverbial claridad y agradable
estilo”.
El eclecticismo es la doctrina
dominante en el texto de Física. En cuanto a la formulación y
aceptación de las nuevas teorías intentó conciliar doctrinas muy
diversas, tratando de compaginar lo antiguo con lo moderno,
respetando siempre la tradición cristiana.
Azorín, refiriéndose a Piquer,
escribió: “es un hombre representativo del siglo XVIII. Y del
siglo XVIII valenciano (...). Porque todo el espíritu tradicional
valenciano que viene desde Vives está en su obra. (...) no afirma ni
niega jamás. Y admite siempre una posibilidad en lo extraordinario.
La diferencia entre el dogmático y el dubitativo prudente es
esencial”.
4. Contenido abreviado de la física y
comentarios.
Consta el libro de cinco tratados,
subdivididos cada uno de ellos en proposiciones numeradas
correlativamente, del uno al ciento catorce. Algunas de éstas
contienen corolarios y, también, algún que otro escolio.
4. 1. Tratado i:
proemial de la física. Su utilidad y modo de aprendizaje.
En el Tratado I, PROEMIAL de la Física
consta de cuatro capítulos en los que se refiere a:
1) objeto y estado de la física; 2) su utilidad; 3) uso de la experiencia, 4) razón y autoridad en la Física.
1) objeto y estado de la física; 2) su utilidad; 3) uso de la experiencia, 4) razón y autoridad en la Física.
El pensamiento sobre la interpretación
de la naturaleza de la tradición greco-islámica fue sustituido en
el siglo XVIII por la ciencia moderna, inaugurada como revolución
científica y que abarca el período comprendido entre 1550 y 1700.
Se fija como objetivo de la Física (capítulo
I) el estudio de la Naturaleza, empleándose en examinar la
constitución de los cuerpos particulares, el orden con que componen
el mundo universal y los efectos, que resultan del concurso y
trabazón de ellos entre si.
La física estuvo mal cultivada hasta
el siglo décimo sexto. En el siglo siguiente se empezó a renovarla,
librándola de la superficialidad de los razonamientos y
confirmándose que la única manera de adelantarla sería por el
camino de la experiencia Con Francisco Bacon (1561- 1626) de
Veruliano, Gran Canciller de Inglaterra, comenzaría la renovación
de la Física. En la segunda mitad del siglo décimo séptimo Renato
Cartesio (1596-1650) y Pedro Gassendi (1592- 1655), introdujeron
sendos nuevos sistemas. Opuestos a estos surge la figura de Newton
(1642-1727). Piquer quiere renovar la Física y sustituirla tomando
como base los sistemas modernos, pero escribe: “Yo sigo la
Filosofía Ecléctica, esto es, aquel modo de filosofar, que no se
empeña en defender sistema alguno (...) de ordinario, me aparto de
ellos y solamente apruebo, lo que hallo en los Físicos
Experimentales (...)” (p.14).
Sobre la utilidad de la Física
(capítulo II) señala varias aplicaciones. Considera muy notoria la
aplicación de la Física a la Medicina. Recuerda la advertencia de
Galeno (129-c.200 d.C.): “No puede el médico conocer la naturaleza
del hombre sin entender la del Universo” (p. 6). Cita su aplicación
en la Agricultura, por todos es conocida la influencia del tiempo y
sus cambios, la fuerza del viento, etc.
Los físicos modernos, dice Piquer, o
son sistemáticos o experimentales. En el primer grupo cita a
Cartesio y Newton; en el segundo a Boyle (1627-1691) y Boerhaave
(1668-1742). Es categórico al considerar que: “los filósofos
experimentales son tanto más apreciables que los sistemáticos,
cuanto es más deseable la verdad que la sofistería” (p. 8).
Aconseja (capítulo III) que se ponga
todo el cuidado posible en la realización de los experimentos.
Sugiere, para evitar errores en los resultados experimentales,
suspender los juicios prematuros y prestar atención a las
circunstancias que acompañan a las operaciones de la naturaleza.
Señala Piquer (capítulo IV) que “la
Física es ciencia racional. La experiencia es su principal
fundamento; pero requiérele junto con la razón” (p.16). Cita al
P. Feijoo y Thomas Brown (1735- 1788) como autores de trabajos que
fijan preceptos generales para utilizar la razón en la formulación
de conclusiones. Afirma que las matemáticas contribuyen mucho para
gobernar el juicio en el estudio de la Física. Recuerda que:
“Roberto Boyle sentía no haberse adelantado más en el estudio de
aquellas Ciencias, que el uso le mostró necesarias
para conseguir ésta” (pp.18-19). No obstante, Piquer advierte que
resultan pocos útiles las demostraciones sublimes de las
matemáticas para explicar sucesos de la naturaleza donde la
experimentación juega mucho mejor papel a la hora de utilizar la
razón para formular juicios. “Las demostraciones tan difíciles
del Marqués l’Hospital (1661- 1704), y
de Bernoulli (1654-1701), han servido poco para adelantar la
Física(...)” (p. 19).
Dentro del capítulo IV Piquer expone
sus criterios, siempre dentro del dogma católico y considerando la
autoridad de sus autores. Bajo esta premisa cuidadosamente va
escribiendo sus opiniones, discutiendo o apoyando los criterios de:
Epicuro, Aristóteles, Cartesio, Francisco Vallés, San Agustín y
otros.
4.2. Tratado II:
principios del ente natural.
El tratado II está desarrollado en
cinco capítulos. En el I PROPÓNENSE LAS OPINIONES DE LOS
PRINCIPALES FILÓSOFOS MODERNOS SOBRE LOS PRINCIPIOS DEL ENTE
NATURAL:
Opinión de Cartesio. Según este
filósofo y matemático francés, en el universo existen tres géneros
de materia: el primero, que tiene tanta conmoción, que ocurriendo a
otros cuerpos se divide en partecillas (sic) de indefinida pequeñez
y apropia su figura a cualesquiera poros; la segunda, la materia se
divide en partículas esféricas muy pequeñas, aunque de cierta y
determinada cantidad y divisibles en otras más pequeñas. Admite una
tercera clase, que está
formada de partes más gruesas, y figuras menos aptas para el
movimiento. Indica que de estas tres clases se compone el mundo
visible. A la primera clase de materia, pertenecen el Sol y las
estrellas fijas; a la segunda, el Cielo; y a la tercera, la Tierra,
los Planetas y los Cometas. Este filósofo niega la existencia de
vacío. Idea que mantuvo mediante la aplicación de una omnipresente
materia sutil, dispuesta a llenar todos los huecos.
Opinión de Gassendi (1592-1626),
volvió sobre el atomismo de Epicuro (c.345-270 a.C), Leucipo
(floreció 430 a.C.) y Demócrito (c.470-371 a.C). Lo sustancial del
sistema de Gassendi fue aceptar: la existencia de una materia
primera, principio único universal de todas las cosas. Esta materia
es divisible, en partículas menudísimas, sólidas, indivisibles por
la fuerza de la naturaleza, e insensibles, que los antiguos llamaron
átomos. Supone en ellas, figuras con peso y de distintas formas,
juzgándose éstas como infinitas.
Opinión de Newton (1642-1727).
Comienza Piquer haciendo un sublime elogio del físico inglés
Isaac Newton, considerado como uno de los más ilustres conocidos en
los últimos siglos, famoso en todo el orbe literario por la
invención de un nuevo sistema. Continúa
con las palabras de elogio a Newton escritas por el P. Feijoo. Newton
se dedicó, fundamentalmente, al estudio de las leyes del movimiento
de los cuerpos y la disposición de los mismos. Establece un sólo
principio en el Universo que es la gravedad a la que sigue la
atracción. Supone que todos los cuerpos son graves, queriendo decir
con ello que todos los cuerpos ejercen su peso sobre la tierra, pero
ésta a su vez gravita sobre los demás cuerpos. Admite que los
espacios que hay entre los planetas está vacío, no hay materia
fluida o etérea que los sostengan.
Opinión de los químicos. Se refiere
Piquer a Paracelso (1493-1541), químico y médico suizo, hombre del
renacimiento que intentó hacer ciencia, pretendió establecer un
cierto orden dentro de la Alquimia reinante. Se habían establecido
cinco principios para explicar todas las sustancias del mundo: sal,
azufre, mercurio, flema y tierra. Paracelso reduce los principios a
tres: mercurio, azufre y sal. Boyle comprobaría en su libro el
Químico Sceptico, el hecho evidente de no estar presentes,
cualesquiera de los tres principios en todas las sustancias y que, a
su vez, resultarían insuficientes para explicar todos los entes de
la naturaleza.
PROPONÉNSE ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE
LAS OPINIONES
ANTECEDENTES, es el título del
capítulo II. En él, Piquer precisa que
Cartesio afirmaba: del movimiento que Dios imprimió a la materia,
ésta pudo dividirse de forma tal que resultaran partes diversas y
diferentes que reunidas y acopladas de múltiples formas distintas
según las leyes del movimiento, podían explicarse cuantos seres se
observan en la naturaleza.
Piquer admite la opinión de Gassendi
como más razonable que la de Cartesio. Sin embargo, esclarece que si
bien los átomos tienen magnitud y movimiento connatural, dándoles
las figuras a gusto y satisfacción del fenómeno que se ha de
explicar, se le puede objetar que no están basados en hechos
contactados con experiencias irrefutables. Acusa a Newton de
introducir complejos cálculos de Álgebra y una Geometría muy sutil
para explicar fenómenos naturales, exponiendo que el físico al
estudiar éstos debe gobernar al entendimiento una experiencia fiel,
una observación palpable y una abstracción distante de las cosas
sensibles.
Durante el desarrollo del capítulo
III: PROPÓNESE NUESTRA OPINIÓN.
Piquer propone su opinión a través de
una serie de proposiciones afirmando lo que le parece más verosímil:
Materia prima (proposición 1). Las
cosas nuevas no se hacen de la nada, luego de algo y este algo es la
materia prima.
La materia es divisible (proposición
2), pero es imposible lograrla hasta el infinito.
La impenetrabilidad de la
materia.(proposición 3).
La materia es extensa (proposición 4).
La materia es corpórea (proposición
5).
La extensión y la impenetrabilidad
basta para conocer la materia en general, pero no para distinguir los
cuerpos en particular (proposición 6).
La diferencia de dos cuerpos procede de
la materia, cuyas partes en cada una tenga distinta combinación que
en el otro (proposición 7).
No hay en los entes corpóreos formas
sustanciales distintas de la materia exceptuando al hombre
(proposición 8). Boyle en su libro el Origen de las formas y
cualidades, por vía experimental concluye que la combinación de las
partes y su movimiento bastaba para todas las formas. Idea que no
comparten en algunos casos: Gómez Pereyra (1500-f. post, 1558),
médico y experto en filosofía natural, en el libro: Margarita
Antoniana, publicado en 1554 (Menéndez Pelayo, 1953); los doctores:
Thomas V. Tosca (1651- 1723), Martín Martiinez
(1684- 1734), y a mediados del siglo XVIII (López Piñero et al,
1983).
Los principios del cuerpo natural, son la materia y la combinación (proposición 9). Se entienden por principios los entes de quienes dependen necesariamente y se componen los seres naturales.
Los principios del cuerpo natural, son la materia y la combinación (proposición 9). Se entienden por principios los entes de quienes dependen necesariamente y se componen los seres naturales.
La generación de un cuerpo natural
consiste en que la materia adquiere una nueva combinación de partes
interiores que sea bastante para hacer las principales afecciones,
sensiblemente diversas (proposición 10). Se genera un cuerpo cuando
es diferente a otro en cuanto a sus propiedades sensibles. Estas
propiedades diversas se pueden obtener por mudarse la textura y/o la
combinación de las partes.
- La combinación diversa depende
mayormente de la figura de las partecillas. (proposición 11). Al
asumir como verosímil esta proposición Piquer afirma: “que la
materia es divisible, y capaz de varias figuras, (...)” (p. 73).
- La unión de las partes de la materia
variamente figuradas, nace de las figuras, del aceite elemental, y de
la apretura, que causan los cuerpos externos (proposición 12).
Gasendi juzga, que las partes de los cuerpos están dotadas de unos anzuelos capaces de unir las partes más o menos fuertemente, de acuerdo con su dureza. Comenta Piquer: “(...) puede este modo de pensar, ser conforme con la experiencia, y generalmente por cierto, que la figura contribuye mucho a la trabazón de las partes de la materia” (p. 75). Limita esta forma de unirse los cuerpos, pero objeta que puede ser conforme, en muchas ocasiones, con la experimentación, sin que ello suponga que siempre sea necesaria la presencia de esos “anzuelos” para justificar la unión.
Cartesio pretende explicar la unión
basándose en la quietud de las partes con el fin de oponer
resistencia que evite la rotura al impulso que pueda recibir. Se
objeta como imposible de admitir ya que no se pueda concebir las
partes de materia en quietud y sin unión, y a la inversa partes
unidas con movimiento de materia.
Piquer determina que para unir las
partes de la materia, además de las figuras de ellas y la apretura
externa, se requiere la presencia de un aceite capaz de lograr el
contacto de dos o más partes de tal modo que formen un todo, cuyas
propiedades sensibles permita unos cuerpos de otros.
En el capítulo IV: SATISFÁCESE A LAS
OBJECIONES pretende Piquer esclarecer las objeciones anteriores.
Comienza advirtiendo que la idea que tenemos de los cuerpos procede
de los sentidos y éstos no informan de las cosas sino de sus
propiedades. Y define la idea como la primera percepción que tenemos
de alguna cosa. La materia es la esencia de las cosas y la extensión
junto con la divisibilidad y la impenetrabilidad es la esencia de la
materia.
Dedica el capítulo V a la: APLICACIÓN
DE NUESTRA SENTENCIA (de Piquer). A LAS OBRAS DE LA NATURALEZA. En él
se propone una idea general de la constitución del mundo. Para ello
Piquer se apoya en una máxima del canciller Bacon F. (1561-1626), a
saber : “en la naturaleza, no se ha de fingir, ni pensar, sino
hallar por experiencia lo que ésta puede, y ejecuta: y en
seguimiento de ella, parece que sólo debe aprobarse aquel sistema
que sea conforme a la experiencia, y ajustado a la razón” (p. 92).
Clasifica, a partir de estas ideas, los cuerpos que componen la gran
fábrica del mundo, en tres clases: simples, organizados y mixtos.
4.3. Tratado III:
del movimiento.
El tratado III constituye la parte del
texto referida al movimiento. Respecto a su contenido se observa,
hasta cierto punto, un mayor rigor científico. Sin embargo, se
manifiesta la ausencia de la formulación matemática.
En el capítulo I titulado:
MANIFIÉSTASE LA NECESIDAD DE OBSERVAR EL MOVIMIENTO hace referencia
al Sol originando las diversas estaciones. La Tierra, dice, aunque
parece inmóvil, tiene muchas partes que están en continuo
movimiento; el corazón y los humores, con sus movimientos rítmicos,
están participando en nuestra salud, por el contrario si el
movimiento deja de ser uniforme y ordenado surge la enfermedad.
En el capítulo II: EXPLÍCASE LA
NATURALEZA DEL MOVIMIENTO incluye la definición que da Cartesio pero
le parece más acertada la de Gassendi: “tránsito de un lugar a
otro” (p.100).
Piquer en el capítulo III: DE LAS
DIFERENCIAS DEL MOVIMIENTO refiere varias clasificaciones del mismo.
En este capítulo hace una referencia al movimiento perpetuo que
define como: “aquel que excitado por el arte, se perpetúa
por la fábrica de los instrumentos, sin ser necesario multiplicar
los impulsos” y agrega: “Se ha trabajado mucho en estos últimos
tiempos en hallar esta especie de movimiento, y han sido inútiles
todas las tentativas” (p.104).
En el capítulo IV: DE LAS AFECCIONES
DEL MOVIMIENTO cita como propiedades inseparables de todos los
movimientos: la velocidad, determinación (dirección) y cantidad de
movimiento. Define este último concepto como: “la fuerza con que
un cuerpo se mueve, y hiere a otro”.
Dado que el cuerpo humano era
considerado, por los llamados en aquella época médicos modernos,
como una máquina llena de instrumentos que obran permitiendo el
movimiento del cuerpo humano, en cuanto a sus aspectos intrínsecos y
extrínsecos, Piquer dedica el capítulo siguiente al estudio de
algunas máquinas.
Este capítulo V titulado: EXPLÍCANSE
ALGUNAS MÁQUINAS, Y SE DA RAZÓN FÍSICA DE SUS FENÓMENOS,
abarca las proposiciones 13-18. Comienza con la especificación de
las tres partes esenciales de las máquinas simples, a saber: centro
o punto de apoyo, peso o cuerpo que se ha de mover y potencia o
fuerza moviente (sic).
El aumento de la fuerza moviente en la
palanca procede del aumento de la velocidad (proposición 13). La
potencia es la cantidad de movimiento y procediendo ésta de la
velocidad y masa, es preciso que para vencer un cuerpo de menor masa
a otro de mayor masa, le exceda en la velocidad.
En la palanca de primera especie, la
velocidad de la potencia es mayor, cuanto lo es la distancia a ella
del punto fijo (proposición 14). De esta proposición deduce seis
corolarios.
En la proposición 15, la potencia en
la palanca adquiere tantos grados de fuerza, cuántas son las veces
que la distancia que hay entre el peso y el centro, se contiene en el
rayo o distancia que hay desde el centro a la potencia. Explica su
aplicación describiendo el fundamento de la romana.
La proposición 16, lo que se ha dicho
de la palanca de la primera especie es aplicable a las de segunda y
tercera.
Proposición 17. El torno y la polea se
reducen a palancas de la primera especie.
El capítulo VI se titula: DE LAS
REGLAS GENERALES DEL MOVIMIENTO.
La proposición 18 dice: Un cuerpo que
se encuentra en movimiento permanece en este estado hasta que causa
externa le provoca su quietud. A esta indiferencia de los cuerpos
para el movimiento, llama Newton fuerza de inercia. Agrega Piquer que
la expresión es poco afortunada y más apta para confundir que para
explicar la naturaleza. De esta proposición se deducen dos
corolarios.
El enunciado de la proposición 19 es
el siguiente: Todo cuerpo que se mueve, tira cuanto es de si a
moverse por la línea recta. Piquer deduce tres corolarios: A) El
movimiento circular en los cuerpos procede de una causa que en cada
punto hace mudar la dirección y perder la línea recta. Si cesa esta
causa, el cuerpo huirá del centro siguiendo la línea recta. A esta
causa los físicos modernos denominaron virtud centrífuga, esto es
huir del centro. B) Para que un cuerpo describa moviéndose una
figura cuadrada se necesitan cuatro causas, capaces de hacerle
cambiar la dirección en los cuatro vértices del cuadrado. C) Los
cuerpos que girando alrededor de un punto tienen más masa, por tanto
más cantidad de movimiento tendrán más ímpetu para alejarse del
centro. Piquer en un escolio explica la teoría de los torbellinos de
Cartesio.
La proposición 20, constatada por la
experiencia, dice: si un cuerpo recibe dos impresiones distintas,
cuanto es de si se dispone a las dos diferentes direcciones que se
les imprimen. Piquer deduce de esta proposición dos corolarios: A)
El movimiento de reflexión está compuesto de dos direcciones. B) La
refracción del movimiento depende de las diversas direcciones en
donde el cuerpo se mueve. La recta de la refracción se hace más o
menos oblicua, dependiendo de la resistencia del medio.
Con la proposición 21 añade que: un
cuerpo que se mueve pierde tanto de su movimiento, cuanto comunica a
otros cuerpos.
El capítulo VII está
dedicado al MOVIMIENTO DE LOS CUERPOS GRAVES. Se refiere al
movimiento de los cuerpos que caen libremente en el aire, es decir
sin estar sostenidos, ni ligados a otro cuerpo.
Agrega, (proposición 22) que: la
gravedad es extrínseca a los cuerpos y que (proposición 23): la
gravedad de un cuerpo es tanto menor cuanto es mayor su magnitud con
respecto de su masa. El movimiento con el que los graves bajan es
extrínseco, también lo es la fuerza con que se mueven y
consiguientemente la gravedad. Incluye ésta última dos corolarios:
A) Cuando es mucha la grandeza de un cuerpo, y poca su masa, puede
suspenderse en el aire, porque éste excede en gravedad a aquel
cuerpo. B) En la máquina neumática al no haber aire, una piedra y
una pluma caen con igual gravedad.
En la proposición 24 indica que:
cuando se mezclan cuerpos de distinta gravedad específica y éstos
se mueven libremente es preciso que el más grave se coloque más
cercano a la tierra y los demás lo hagan en orden de mayor a menor
gravedad.
La proposición 25 contiene la teoría
formulada por Galileo (1564-1642): el movimiento de los graves se
acelera en la caída. Aquí introduce Piquer un escolio. Recuerda que
Galileo Galilei fue el primero que estudió y experimentó con
cuidado este fenómeno, llegando a la conclusión de que los espacios
que corre el cuerpo grave en toda su caída, son como los cuadrados
de los tiempos que emplea. Los seguidores de Galileo manifestaron que
los cálculos son sólo exactos prescindiendo de la resistencia del
medio, pero como ello es imprescindible resultaban poco sólidas sus
observaciones.
Se refiere a continuación al centro de
gravedad confirmando (proposición 26) que: un cuerpo que está
sostenido por su centro de gravedad no cae, pero si éste cae también
lo hace el cuerpo.
Afirma (proposición 27): los cuerpos
graves que insisten sobre una base, se mantienen si la línea de
dirección pasa por la base, y caen cuando sale fuera de ella. En el
escolio, que acompaña a esta proposición, Piquer explica la forma
de andar del hombre cuyo centro de gravedad coloca en el empeine y el
centro de magnitud en el ombligo.
En la proposición 28: explícanse
algunas dudas curiosas sobre la gravedad. Una de ellas es la
explicación que relata sobre el vuelo de las aves apoyándose: en la
peculiar estructura de las alas, en que los músculos del pecho en
las aves están más robustos y desarrollados que en los restantes y
las plumas que actúan como palancas de tercer género, constituyen
los socorros que permiten a las aves mantenerse en el aire y volar.
Manifiesta Piquer que: “Por esta misma razón es imposible que el
hombre naturalmente vuele, pues no cabe en la naturaleza industria
para suplir en él la falta de tantas circunstancias.(...) todas las
tentativas han sido inútiles. Lo que se dice del vuelo de Ícaro es
ficción poética” (pp. 139-140).
El capítulo VIII está dedicado al
MOVIMIENTO DE LOS CUERPOS FLUIDOS. Define a éstos como: cuerpos que
pueden ser divididos fácilmente sin que oponga resistencia sensible
y que ceden al menor esfuerzo que se haga para separar sus partes.
Con la particularidad de que los fluidos, propiamente dicho, se
adaptan a las figuras del recipiente que los contiene.
Experimentalmente demuestra que: las
partes de un fluido están en constante movimiento (proposición 29).
Las disoluciones son ejemplos de ello. Piquer en esta proposición
agrega en un escolio: no basta con el movimiento interior de las
partes de un fluido, requiere también proporción en las partículas
del disoluble en los poros del disolvente. Se justifica con un hecho
experimental: el agua regia disuelve el oro y no la plata, y el agua
fuerte disuelve la plata y no el oro. Explica que las partes de estos
dos metales solamente están, en cada caso, en la proporción
adecuada en los poros de sus respectivos disolventes.
Las partículas de el fluido se mueven
indiferentemente hacia todas partes (proposición 30). En el escolio
que introduce Piquer, recogiendo ideas de algunos filósofos, expone
que para la movilidad de las partes del fluido se requiere cierta
figura en las partículas por cuya disposición obedezcan fácilmente
a la acción de una causa externa que comunica su movimiento. Piquer
consideró como más verosímil la opinión de Gassendi y que
anteriormente había establecido Lucrecio. Afirmó que estas debían
ser redondas, argumentando que solo se toquen en un punto, ello
contribuye hacerlas más divisibles y fáciles a mantener cualquier
movimiento, además de todo esto con la figura redonda debe haber más
poros para disolver a otros cuerpos.
El capítulo IX está
referido a: LA GRAVEDAD, Y EQUILIBRIO DE LOS CUERPOS FLUIDOS. Éstos
son graves, puesto que abandonados libremente caen por si
mismo hacia la superficie de la tierra.
En la proposición 31 confirma que: los fluidos causan empuje en la base del cuerpo en que insisten. Introduce dos corolarios. Cita el libro de Boyle: Paradojas hidrostáticas, donde refiere numerosas pruebas experimentales relacionadas con la apretura de los fluidos sobre la base en que insisten.
En la proposición 31 confirma que: los fluidos causan empuje en la base del cuerpo en que insisten. Introduce dos corolarios. Cita el libro de Boyle: Paradojas hidrostáticas, donde refiere numerosas pruebas experimentales relacionadas con la apretura de los fluidos sobre la base en que insisten.
La proposición 32 especifica que: los
fluidos causan empuje sobre la base de los vasos perpendiculares
según la altura. Incluye en este apartado dos corolarios.
En la proposición 33 enuncia su
versión sobre los vasos comunicantes:
En los vasos que tienen comunicación
entre si, el fluido no excede el equilibrio. Agrega dos
corolarios: A) Si dos vasos, aunque tengan distinta base, están en
comunicación el licor en el pequeño estará en equilibrio con el
más grande, es decir alcanzará en los dos la misma altura.
B) Cuando los canales que se comunican son de distinto diámetro, si el fluido del más ancho pasa a otro más estrecho, la velocidad debe aumentar.
B) Cuando los canales que se comunican son de distinto diámetro, si el fluido del más ancho pasa a otro más estrecho, la velocidad debe aumentar.
Los cuerpos sólidos pierden tanto de
su peso en el fluido, cuanto es el peso del fluido de igual grandeza.
Esta proposición 34 contiene el principio de Arquímedes (c.287-212
a.C.). En un corolario afirma que: un mismo cuerpo pierde más de su
peso en un fluido más grave que uno más leve.
El capítulo X se refiere a la
APLICACIÓN DE LA DOCTRINA DEL MOVIMIENTO A LA MEDICINA. Dice Piquer:
“la vida consiste en un movimiento de los sólidos, y fluidos que
componen la fábrica del cuerpo humano; y la salud en un movimiento
reglado y uniforme, estando éstos sujetos a las leyes del movimiento
de los cuerpos (...)” (p. 160). Siguiendo la ley de la cantidad de
movimiento, por cualquier parte del cuerpo donde disminuya la
cantidad de líquido que llega, la
velocidad aumentará para suplir la falta
de cantidad de materia y así se conserve el valor de la cantidad de
movimiento (masa x velocidad). La arteria pulmonar es mucho más
estrecha que la vena cava. La cantidad de movimiento debe ser igual
en la arteria y en la vena. Al ser ésta más ancha y aquella más
estrecha, para suplir la falta de masa en la arteria, es en ésta
donde aumentará la velocidad. En los canales más estrechos los
líquidos tienen mayor ligereza. En los casos de temperaturas muy
elevadas, dice Piquer, nadie se extrañará que al latir el corazón
con mayor fuerza, la sangre subirá hasta el cerebro con tanta
velocidad que sea la causa de delirios. Los Físicos Modernos, siglo
XVIIl, consideraban al cuerpo humano constituido por un conjunto de
canales conectados entre si por donde circulan los humores,
respetando las leyes del movimiento aplicables a todos los fluidos.
Comienza el capítulo XI denominado: DE
LAS CAUSAS DEL MOVIMIENTO DE LOS CUERPOS, comentando que la
averiguación de las leyes del movimiento son más fáciles de
formular que sus causas. Las leyes se formulan a base de la
experimentación, siempre objetivas, mientras las causas, se ocultan
a la perspicacia de lo filósofos.
En la proposición 35, de acuerdo con
sus creencias religiosas, hace el siguiente razonamiento: todo cuerpo
se mueve por otro, éste por otro, y así sucesivamente hasta llegar
al primer movedor (sic) que es Dios. Las operaciones corpóreas,
tales como: el fuego, quema; el aire enfría; el Sol, luce, etc, se
hacen por el movimiento, luego las causas segundas son las verdaderas
causas del movimiento (proposición 36).
Las causas segundas, que producen los
movimientos son limitadas (proposición 37). Cuando una causa es el
origen del movimiento que produce en otro, se hace por comunicación
y pierde parte de él, llegará un momento, que a base de transmitir,
tendrá necesariamente una limitación.
Esta limitación de las causas segundas
en la producción del movimiento de los cuerpos se extiende al alma
racional (proposición 38).
La proposición 39: la virtud que
tienen los ángeles para mover los cuerpos es limitada. Este
contenido resulta explicable en el siglo XVIII.
En la proposición 40, leemos: es muy
verosímil que hay una materia delgadísima, que es causa del
movimiento de los otros cuerpos. Es la materia que los filósofos
llaman etérea, aunque no se
presenta a nuestros sentidos es
demostrable, según Piquer, por el gran número
de efectos que causa.
El impulso no es la causa del
movimiento de los cuerpos (proposición 41). Parece más verosímil,
opinaba Piquer, aceptar que el cese del movimiento de los cuerpos no
resulta de la falta del impulso que consistía en calidad, sino que
por la comunicación con los cuerpos inmediatos hace perder el
movimiento adquirido.
El capítulo XII trata DE LA CAUSA DEL
MOVIMIENTO DE LOS CUERPOS GRAVES. Los Cartesianos suponen que la
causa de la gravedad es la materia etérea que hace bajar los cuerpos
a la tierra por la ley del movimiento
centrífugo. Los sectarios de Newton, admiten la gravedad como algo
intrínseco a los cuerpos, pero a diferencia de los aristotélicos
que la consideraban una calidad, ellos la suponen relacionada con la
cantidad de materia. En realidad Newton fue más moderado, acepta la
gravedad como un principio activo que explica gran cantidad de
fenómenos de la naturaleza, pero confiesa que ignora la causa,
siendo preciso seguir buceando por nuevos rumbos para descubrirla.
Gassendi consideraba la Tierra como un gran imán que atrae los
cuerpos graves, del mismo modo que el pequeño imán atrae las
limaduras de hierro. Esta opinión resulta aún más arbitraria que
la de Cartesio. Otra teoría atribuida al P. Regnault (1683-1762),
jesuita, Profesor de Matemáticas del Colegio Luis el Grande de
París, se explica en el libro de Piquer. Supone que hay dos
torbellinos de materia etérea con distintas direcciones. Un grave
estaría sometido a la acción de ambos. El resultado, más posible,
sería que el movimiento fuera parabólico, en contra de lo
observado.
EXPLICASE NUESTRA OPINIÓN SOBRE LA
CAUSA DE LA GRAVEDAD. Este capítulo XIII (sin proposiciones)
comienza exponiendo las enormes distancias que separan de la Tierra
al Sol, las Estrella fijas, otros Planetas, etc. Surge la pregunta
¿existe materia llenando todo este inmenso espacio sin encontrar un
sólo punto que no esté ocupado de la materia? Expone los criterios
de los sectarios de Cartesio y Gassendi. Una tercera postura, la de
Piquer, consiste en admitir que la materia que llena espacio
existente entre la Tierra y el firmamento es fluida. Los filósofos
llamaban celeste a esta materia. Se concibe ésta como fluido
extendiéndose desde la tierra hasta el firmamento o el empíreo.
4. 4. Tratado IV:
de los elementos.
El capítulo I se refiere a LOS
ELEMENTOS EN COMÚN. Distingue entre: elemento, cuerpo simple, cuerpo
mixto, cuerpo puramente mixto y cuerpo mixto organizado.
Proposición 42. Los elementos son: el
fuego, aire, agua y tierra. Estos cuatro son considerados como
necesarios para la conservación del Universo. No obstante, agrega
tres más: la luz, la sal y el aceite.
La luz es elemento (proposición 43).
Piquer razona así: “Su simplicidad es notoria, pues por ninguna
suerte de experimentos se ha hallado en ellas parte de distinta
naturaleza que la compongan; y aunque Newton halló rayos de
diferentes colores, no ha descubierto partes que compongan la luz
(…)” (p. 190).
Proposición 44. La sal es elemento. Se
refiere a la existencia de una sal primitiva cuyas partículas son
simples, agudas, sólidas y penetrantes. La sal primitiva se
encontraba esparcida por el aire, las aguas, y la tierra.
Proposición 45. El aceite es elemento.
Define éste particular aceite como un fluido, que tiene las
partecillas ramosas, simples y pegadizas, características que
permiten distinguirlo de los otros elementos. Forma parte, y es la
base, de los aceites naturales y artificiales.
Proposición 46. Los elementos son
ingenerables, e incorruptibles. Se apoya Piquer en la defensa que
abiertamente hace el P. Feijoo en su Teatro Crítico. Razón
fundamental que propone: la imposibilidad de engendrase y corromperse
los elementos, basada en la experiencia. Completan esta proposición
cuatro corolarios: A) Aunque con el agua, la tierra y el aire se
mezclen cuerpo extraños, siempre conservan su simplicidad. B) Los
elementos son la base de los cuerpos mixtos. C) Los elementos se
encuentran en los cuerpos mixtos conservando sus formas y
combinaciones. D) Los elementos ni se engendran ni se destruyen, sólo
aparecen o desaparecen.
En el capítulo II Piquer escribe
exclusivamente DEL FUEGO y consta de once proposiciones.
Proposición 47. El fuego es un cuerpo
distinto de cualquiera otro. El fuego debe ser distinto de los otros
elementos, por tener unas propiedades muy diferentes a otros
elementos. En un escolio, recuerda que los Cartesianos creen que el
fuego consiste en el movimiento veloz y remolinado que tienen las
partes de la materia y, por tanto, cualquier cuerpo que tenga
partecillas en movimiento veloz y remolinado podrá convertirse en
fuego.
Proposición 48. El fuego está
insensiblemente esparcido por todas las partes del mundo elemental.
Entiende por mundo elemental el espacio que se extiende desde el
centro de la Tierra hasta la parte más suprema del aire. Este mundo
le supone lleno de fuego.
Proposición 49. El fuego se hace
sensible por la luz, calor y enrarecimiento de los cuerpos. El fuego
y la luz son dos elementos diferentes aunque están muy relacionados.
La luz aviva el fuego y el fuego excita la luz. El enrarecimiento es
señal de la presencia del fuego. La experiencia demuestra que, tanto
en los sólidos como en los fluidos, el fuego produce enrarecimiento.
Proposición 50. El fuego adquiere
estas afecciones que le hacen sensible por la fricación de
los cuerpos. Piquer incluye aquí dos corolarios. A) Cuanto mayor es
la dureza de los cuerpos, tanto es mayor la fuerza del fuego que se
produce en la fricación de ellos. B) Si el licor que se
mezcla es pegajoso, se impide la producción sensible del fuego,
porque introducido aquel, con facilidad, en los poros del sólido,
impide el movimiento.
Proposición 51. La presencia del Sol
en nuestro horizonte excitando la luz hace sensible el fuego. El Sol,
la luz y el fuego son tres cosas distintas entre si pero que
tienen correspondencia.
Proposición 52. El Sol no es verdadero
fuego.
Proposición 53. El fuego es el más
sutil de todos los cuerpos elementales. Ningún cuerpo resulta
impenetrable para el fuego.
Proposición 54. El fuego es un fluido
puesto en movimiento. Los cuerpo cercanos al fuego se calientan por
todas partes. La facilidad de introducirse en todos los lugares, solo
pueden explicarse por un veloz y continuo movimiento.
Proposición 55. El fuego es elástico. El fuego y el aire son los fluidos elásticos principales, los restantes cuerpos elásticos los son por el concurso de éstos. Gravesande (1688-1742), Musschenbrock (1692-1761) mostraron con experimentos esta propiedad de los cuerpos elásticos.
Proposición 55. El fuego es elástico. El fuego y el aire son los fluidos elásticos principales, los restantes cuerpos elásticos los son por el concurso de éstos. Gravesande (1688-1742), Musschenbrock (1692-1761) mostraron con experimentos esta propiedad de los cuerpos elásticos.
Proposición 56. El fuego no es grave.
La opinión de muchos filósofos manteniendo que el fuego es
absolutamente leve, pretendió desterrarla, entre otros, Robert Boyle
en su trabajo: Peso de la llama, basándose fundamentalmente, en el
hecho evidente de que los cuerpos, especialmente los metales,
aumentan de peso cuando se les calienta. Hecho confirmado por casi
todos los químicos y los físicos experimentales de aquella época.
El P. Feijoo en los discursos del Teatro Crítico y en las Cartas
Eruditas, hace objeciones a variados problemas de la física y
química del siglo que le tocó vivir y, a este particular, establece
que no solamente el fuego sino también la luz son pesados. Piquer
concluye que: “Su fluidez y elasticidad, su sutileza extrema, su
movilidad suma, su concurso necesario para el movimiento, y
operaciones de otros, son incompatibles con la gravedad (…)” (pp.
217-219).
Proposición 57. El fuego no se
engendra, ni se destruye. Afirma Piquer que una de las verdades más
importante de la Física establece que el fuego no es generable y es
incorruptible como los demás elementos.
El capítulo III se denomina: EL CALOR
Y LA FRIALDAD. Piquer hace la siguiente clasificación: calor formal,
y radical; calor actual, y potencial.
Proposición 58. En el fuego no hay
calor formal. La percepción que tenemos por el fuego se denomina
calor. Si la aplicación de las partecillas del fuego es violenta no
sólo produce calor, sino aquella afección que llamamos quemadura.
Proposición 59. Sólo el fuego es el
calor radical o virtual. La experiencia enseña que el fuego es un
objeto externo capaz de producir el calor formal, luego es calor
radical o virtual. En el cuerpo humano hay una buena cantidad de
fuego, que causa el calor natural que en él se observa, pudiendo
sufrir alteraciones según el estado de su salud o enfermedad.
Proposición 60. La frialdad radical es
el fuego. Algunos físicos de aquella época creían que la frialdad
formal viene de otras partecillas de una naturaleza y afecciones
opuestas a las del fuego. Según Piquer “la frialdad y el calor son
acciones opuestas, que a éste siempre acompaña un movimiento veloz,
y aquella tardo” (p. 229). Son acciones opuestas el movimiento, y
la quietud. La nieve, el hielo y los cuerpos muy fríos conservan
siempre alguna porción de fuego.
En el capítulo IV titulado: EXPLÍCANSE
ALGUNAS DUDAS SOBRE LOS PRINCIPALES FENÓMENOS DE LA FRIALDAD, Y EL
CALOR, Piquer aclara y explica las dudas que pueden ofrecerse dentro
de este título.
El título del capítulo V: DE LA
PÓLVORA, Y FÓSFOROS, en la actualidad exigiría estar
integrado en un texto de Química.
Cuenta Piquer que la pólvora, como se
conoció inicialmente, estaba compuesta de cinco o seis partes de
salitre, una de azufre y otra de carbono. Se tiene por su primer
inventor Rogelio Bacon (c.1219-1292), filósofo natural inglés,
religioso franciscano. Créese que los chinos la descubrieron
millares de años antes que los europeos, pero no es menos cierto que
hasta R. Bacon nadie tuvo conocimiento de ella. El citado P. Feijoo
en los discursos de su Teatro Crítico, expone su opinión haciendo
resaltar que con esta invención la sociedad ha obtenido notables
beneficios.
Se cita en este tratado como fósforos
naturales a los de: la luciérnaga, las escamas de los peces, etc.
Como fósforos artificiales: refiere: la piedra de Bolonia, el de
Balduino y muchos otros que ha inventado químicos, entre
otros Hoffmann (1662-1742), químico y médico alemán. Boyle compone
un fósforo de la orina, el denominado fósforo inglés.
Este capítulo VI, trata: DEL RAYO,
RELÁMPAGO Y OTROS EFECTOS DEL FUEGO.
Proposición 61. El fuego del rayo está
en exhalaciones del salitre, betún, azufre y otras semejantes.
Proposición 62 El fuego del rayo se
hace sensible por el fregamiento. No es suficiente que la
atmósfera esté llena de fuego. Se necesita que, además, se haga
sensible por el calor y la luz.
Proposición 63. El rayo se forma en el
lugar donde se hace el fuego. Piquer que confirma y se adhiere al P.
Feijoo, escribe: “sus pruebas son sólidas, el modo con que
satisface a la experiencia común que se alega en contrario es
admirable, y el enlazamiento de noticias con que ilustra su discurso
es propia de un escritor erudito, y agradable. Repetiré aquí
algunas de sus razones, remitiendo al lector al Teatro Crítico,
donde podrá enterarse de este asunto” (p. 257).
Proposición 64 Los relámpagos son
verdaderos rayos. La diferencia esencial entre el relámpago y el
rayo estriba en que éste se forma en la parte inferior de la
atmósfera y aquel en la superior.
Continúa este tratado con el capítulo
VII: DE LOS FUEGOS SUBTERRÁNEOS. Piquer manifiesta que hay fuego
subterráneo, porque hay montes que en determinados momentos vomitan
fuego: el Etna en Sicilia, el Vesubio en el Reino de Nápoles, el
Yecla en Islandia.
Proposición 65. Los fuegos
subterráneos no arden siempre, sino solamente en ciertos tiempos.
Piquer concreta que: “el fuego solamente arde en los lugares donde
hay semejantes cuerpos inflamable y en lugares más cercanos
de la superficie de globo que en el centro” (p. 265).
Proposición 66. La opresión,
agitación y fregamiento de los azufres y otras materias inflamables
causan el fuego subterráneo. Se ha referido que el fregamiento y
violenta agitación de los
cuerpos excita en ellos el fuego y le
hace sensible. En el interior de la tierra debe ejercerse la máxima
opresión, debido a que cada cuerpo grave hace opresión sobre otro
más cercano al centro de la tierra. Como las circunstancias de la
opresión pueden ser variables de un lugar a otro e incluso variable
de un tiempo a otro, el vulcanismo se presenta en unos tiempos y no
en otros, y halla zonas peligrosamente volcánicas y otras no lo
sean.
Proposición 67. Los terremotos son
efectos del fuego subterráneo.
En el capítulo VIII, último dedicado
al fuego: EXPLÍCANSE ALGUNAS DUDAS SOBRE EL FUEGO, y no consta de
proposiciones. Cuatro son las cuestiones que en él se plantean:
¿Cómo se enciende y apaga el fuego?
¿Por qué la llama sube hacia arriba y
guarda forma piramidal?
¿Cómo se encienden los espejos
ustorios?
¿Cómo se mantiene el equilibrio del
fuego?
En el tratado IV Piquer hace un
análisis bastante extenso: DEL AGUA. Dedica al estudio de este
elemento seis capítulos, los especificados entre el IX titulado DE
LA AGUA (sic) y XIV, ambos inclusive. y que desarrolla en veintinueve
proposiciones, las comprendidas con los números 68 y 96.
Proposición 68. El agua es un fluido
universal.
Proposición 69. El agua entra en la
composición de todos los mixtos. Piquer cita en esta proposición,
que las experiencias realizadas por: Geofroy (167- 1731) químico
francés, con la plantas, Boerhaave con las sales, Mr. Homberg
(1642-1715), químico y médico francés con aceite, Helmont
(1579-1644), físico y filósofo natural, con el espíritu del vino,
demostraron la presencia de agua en los cuerpos mixtos.
Proposición 70. El agua es
ingenerable, e incorruptible. De acuerdo con los conocimientos del
siglo XVIII, ningún experimento había podido comprobar que el agua
se engendrase de nuevo, solamente aparece o desaparece en sus varias
mutaciones. No se conocían fuerzas de la naturaleza que fueran
suficientes para engendrarla o hacerla desaparecer. Boyle había
hecho constar que cuando se destilaba agua en el fondo aparecía una
leve porción de tierra. Newton aprobó este suceso y confirmó,
junto con Boyle, que la tierra se había formado a partir de una
porción de agua. Piquer cita a Boerhaave quien “negó esta
transformación, y habiendo hecho los mismos experimentos le pareció
que el aire contenido en los vasos en que se hacía
la destilación bastaba para dar aquella cantidad de tierra,(...) Y
concluye que con ningún experimento se había justamente probado
hasta ahora la transmutación del agua en tierra” (p. 279).
Proposición 71. El agua por si
sola no puede alimentar los cuerpos fluidos.
Proposición 72. El agua es la
distribuidora del mantenimiento en las plantas y animales
Proposición 73. El agua no puede
comprimirse. Musschenbroek, P. van (1692-1761), físico holandés y
Robert Boyle, confirmaron mediante una serie de experimentos que el
agua no puede disminuirse a menor espacio, ni comprimirse.
Proposición 74. El agua no es
caliente, ni fría por si.
En el capítulo X: DEL MAR, Piquer hace
un estudio de la inmensa mole de las aguas, que cubren las tres
cuartas partes de la Tierra, lugar donde ocurren sobresalientes,
maravillosos y espectaculares fenómenos de la naturaleza.
Proposición 75. Explícanse las ondas
del mar. El origen se justifica en la opresión que hace sobre un
punto de ella el peso del aire y las facilidades que tiene, como
fluido que es, a ceder a cualquier causa que la impele. En el punto
donde esto suceda se producirá un ahondamiento que obliga a elevarse
el agua en el punto vecino. Esta elevación de agua por su propio
peso intenta bajar hasta ponerse al mismo nivel de la otra, a su vez
este impulso empuja el agua inmediata y la levanta, continuando una
sucesión de olas. Concluye que la formación de las ondas del mar
son consecuencia de la gravedad y el movimiento de los fluidos.
Proposición 76. El mar es salado desde
su formación. Piquer, mantiene que es más verosímil admitir que la
sal como elemento es universal estando en ellos desde su formación.
Proposición 77. Explícase la
evaporación del mar. En la Naturaleza nada sucede con más
frecuencia que la evaporación. Partiendo de la idea del fuego y el
aire como dos elementos, se considera que ellos son los responsables
de dividir el agua en partecillas tan pequeñas que se hacen más
leves que las del aire y pueden levantarse sobre él. Está claro que
la evaporación debe ser continua,
inmediata e inmensa.
Proposición 78. Explícase el flujo, y
el reflujo del mar. En el libro Física Moderna (...) se cita la
obra: La Nueva descripción del Orbe de la Tierra (1681) del
valenciano J. V. del Olmo (1611- 1696), en el que describe los
movimientos de fluidos que tienen lugar en todo el orbe. El flujo y
reflujo del mar son los movimientos que más admiraban los filósofos
de aquellos tiempos. Los movimientos crecientes y menguantes del mar
han sido objeto de muchas apuestas teóricas, pretendiendo descubrir
su origen. Una de éstas, aceptada en su época, fue la de Cartesio,
expuesta en su libro Principios filosóficos. Piquer la considera muy
ingeniosa y la resume en su Física (pp. 294-295). Sin
embargo, precisa Piquer que Cartesio pide aceptar presupuestos que
nadie puede conceder, uno de ellos que: “el movimiento de la Tierra
lo fundamenta en el sistema de Copérnico (1473-1543) prohibido en
Roma en 1633” (p.298).
Proposición 79. Propónese nuestra
opinión (de Piquer) sobre las causas del flujo y reflujo. Supongo,
interpela Piquer, que el fondo de los mares no es liso como así lo
aseguran los buzos que bajan a la pesca del coral y de las perlas.
Admite también que la Luna hace mayor opresión sobre los cuerpos
inferiores en la conjunción y oposición con el Sol, que en los
cuartos, por estar más cercana a la tierra o porque, estando el Sol
iluminando todo su hemisferio en ambos tiempos la fuerza del Sol hace
mayor su atmósfera y comprimiendo ésta por su mayor extensión, la
de la Tierra, le sigue en esta mayor opresión (..). Admitidos todos
estos supuestos, digo que: las causas próximas e inmediatas del
flujo y reflujo del mar son el fuego y el aire, y las remotas el Sol
y la Luna.
En el capítulo XI Piquer informa: DE
LAS NUBES, LLUVIAS, ROCÍOS, GRANIZO, etc.
Proposición 80. Las nubes son agua más
densa que la del aire sereno y más enrarecida que la de la Tierra.
Define Piquer las nubes como: agua que se levanta sobre el aire de la
superficie de los mares, y de la tierra.
Proposición 81. Las lluvias suceden
por la unión de muchas partículas del agua que hay en el aire.
Cuando las partecillas que forman el agua que hay en el aire se unen
entre si, de manera tal que el fuego las mantiene separadas ocupando
una mole mucho mayor que su masa, o lo que es lo mismo entre ellas
existe un gran espacio, surgen las nubes. Si esta partecillas al
unirse resultan más pesadas que el aire, se origina la lluvia.
Proposición 82. Explícanse las causas
de algunas lluvias extraordinarias. Informa Piquer que:
principalmente la ignorancia de la Física y la inclinación a lo
maravilloso, fabuloso y facilidad de creencias son las circunstancias
principales de tales lluvias.
Proposición 83. Explícase la
formación del rocío, y de la niebla. Explica el doctor aragonés
que cuando levanta el Sol, muchos vapores de agua se sostienen
mientras dura su actividad. Si ésta causa tal enrarecimiento que ha
permitido que los vapores suban y se condensen a cierta altura, se
formaran las nubes. Pero si éstas no suceden así, es decir el
enrarecimiento no ha permitido que se formen las nubes, cuando el Sol
se acerca al horizonte, suele suceder que le antecede un vientecillo,
que los antiguos llamaban Aura, condensándose los vapores de la
región inferior de la atmósfera, cayendo en forma de rocío sobre
las plantas. Las nieblas se forman a partir del agua que hay en la
atmósfera que reducida a vapores se condensa a una altura mayor que
la del rocío y menor que las nubes.
Proposición 84. Explícase la
formación de la nieve y granizo. Aquí narra la formación de estos
dos fenómenos meteorológicos. La primera es agua condensada en el
aire, siendo la consecuencia inmediata mayor cantidad de aire en la
nieve que puede, a su vez, quedar contaminada con otros vapores y
sales. El agua de la nieve es como una lejía hecha de sales y agua
de la atmósfera, por la misma razón puede resultar beneficiosa a la
agricultura. Las nieves permanentes que se forman en las cumbres de
las montañas se explican a partir de que en lo alto de la atmósfera
la fuerza del fuego disminuye debido al enrarecimiento, contribuyendo
a que la nieve se forme más rápidamente y se conserve durante
tiempo. En algunas ocasiones sucede que habiendo en las cimas fuego
de fuerza muy disminuida, si llega una corriente de aire muy frío,
procedente del Norte, el agua se condensa y se convierte en hielo. Si
cayendo se encuentra con zonas de la atmósfera más calurosas, el
hielo se derrite y aparecen gotas grandes que ocasionan los
turbiones. Si, por el contrario, el agua congelada, pasa por
regiones que están muy frías, a ella se incorpora más agua que se
congela súbitamente, haciendo crecer el tamaño de la masa de hielo,
originándose el granizo.
DE LOS POZOS es el título del capítulo
XII. Los filósofos, tanto antiguos como modernos, convienen en que
hay agua en las entrañas de la tierra, como dan testimonio de ello
los pozos, las fuentes y las minas.
Proposición 85. Explícanse los
pareceres de algunos sobre la formación del globo terráqueo. Expone
Piquer las diversas teorías sobre la formación de la Tierra. Thomás
Burnet (1635-1715), teólogo y geólogo ingles, autor del libro
Teoría Sagrada de la Tierra, expone, desde
un punto de vista teológico su sistema, considerando un mundo
terrenal perfectamente llano, sin montes, sin ríos, sin mares y que
no los hubo hasta después del diluvio. J. Wodvard (1665-1728),
geólogo inglés, supone la disolución de la Tierra con el diluvio y
que las conchas marítimas, y peces empedernecidos que se hallan en
algunos montes y concavidades de la Tierra son restos del diluvio
universal.
Proposición 86. El diluvio de Noé fue
universal. Algunos no aceptan que fuese universal y lo consideran
particular a Judea o Palestina. Atendiendo a los caracteres con que
se halla descrito, afirman muchos filósofos que no fue especial de
ninguna provincia sino universal, “cuya memoria quedó en los
descendientes de Noé, y desfiguraron, y llenaron de fábulas los
gentiles, especialmente los griegos, al modo que acostumbraban en
otros asuntos” (p. 323).
Proposición 87. Las conchas, y peces
empedernecidos que hay en los montes y debajo de la tierra son
reliquias del diluvio universal. Escritores antiguos y modernos han
relatado historias sobres
estos hallazgos. Entre los modernos
destaca Scheuchzer (1672-1735), llamado Plinio el suizo, historiador
natural, especializado en el estudio de los fósiles.
Proposición 88. Explícase el origen
de los pozos y fuentes. Una de las hipótesis formuladas, quizás la
más antigua, presupone que en el centro del globo terráqueo existe
un gran abismo, depósito de una inmensa cantidad de agua. Supone
también, que en el océano existen conductos que van desde el fondo
del mar hasta el centro de la tierra. Piquer deduce que: los pozos y
fuentes tienen como causas cercanas las lluvias, rocíos, nieves,
nieblas y otras aguas de la atmósfera, y por origen más apartado
los mares. Piquer hace sus conjeturas sobre la formación de los
pozos y fuentes de la ciudad de Valencia y sus cercanías. En cuanto
al lago la Albufera confirma que se hace de innumerables pequeñas
fuentes que causan las lluvias que caen en las llanuras superiores,
siendo la situación del lago el lugar más bajo de todo el llano, su
suelo es arenoso. En la ciudad de Valencia y sus cercanías los pozos
son poco profundos porque el lecho de arena se encuentra inmediato al
de la tierra pingue y untuosa que forma la primera corteza. En los
montes no sucede igual, suelen ser de mayor profundidad.
El capítulo XIII trata: DE LAS AGUAS
MEDICINALES. A éstas se les llaman acedas, debido a su sabor
específico, pero existen aguas frías que no son acedas. Las
medicinales calientes se llaman termas. Piquer se refiere a Hoffmann
(1660-1742), químico y médico alemán, quien se distinguió en el
estudio terapéutico de las aguas minerales.
Proposición 89. Explícase el calor de las termas. Para Piquer el calor procede de la mezcla de sales, azufres, tierras y otras materias semejantes. Precisa que Roberto Boyle en su Mecánica de la producción del frío y calor, prueba estas afirmaciones con numerosos experimentos.
Proposición 89. Explícase el calor de las termas. Para Piquer el calor procede de la mezcla de sales, azufres, tierras y otras materias semejantes. Precisa que Roberto Boyle en su Mecánica de la producción del frío y calor, prueba estas afirmaciones con numerosos experimentos.
Proposición 90. Explícase el modo de
examinar los minerales que llevan las termas. Menciona Piquer que: en
las fronteras del Reino de Murcia, cerca de la ciudad de Orihuela,
están las termas de Archena, muy calientes que echan olor de azufre.
Es fácil reconocer su presencia en las aguas por el olor
desagradable, o por el ennegrecimiento que dan a los vasos de plata.
Las termas también contienen ordinariamente hierro.
Proposición 91. Explícase el modo de
examinar las aguas medicinales Es recomendable examinar la tierra que
queda hecha la evaporación.
Proposición 92. Pruébase la utilidad
de las aguas medicinales. Comenta Piquer que ciertas fuentes
minerales pueden ser provechosas para curar algunas enfermedades.
Prosigue citando las
fuentes de que se encuentran en el
Reino de Valencia. Entre las termales destaca las de Montanejos, y la
de Villavieja en el Marquesado de Nules. Refiere: la Vellá, (...)
una legua distante de la Villa de Catí,
(...) y otras que tomadas en buena cantidad, y con orden debido,
harán el mismo efecto que las de la Villavieja, y la Vellá.
El capítulo XIV se refiere al USO DE
LAS AGUAS. Confirma que los médicos siempre han estado solícitos en
examinar la bondad de las aguas, y han realizados diferentes
pruebas.
Proposición 93. El mayor o menor peso
de las aguas no prueba su bondad. La idea de que el agua es mejor
cuanto es menos pesada es muy discutida. El P. Feijoo había
advertido que esta prueba es poco segura. Piquer comprobó
experimentalmente que las aguas de las fuentes de Lentisco, de la
Vellá, del río Mijares y otras fuentes y ríos del Reino de
Valencia, son más graves que las del Grao y las de la Mediana y, sin
embargo, estas son muy inferiores en calidad.
Proposición 94. Propónese el modo de
examinar las aguas. Piquer aconseja tres pruebas para calificar la
bondad de las aguas. Primera, la impresión que hacen en la lengua.
La segunda prueba consiste en el conocimiento previo que se tenga del
terreno, atmósfera y clima del lugar donde nacen y del suelo por
donde en su recorrido pasan. Finalmente, la tercera, relaciona la
bondad de las aguas con el temperamento de los sujetos que la beben.
Proposición 95. El agua de las fuentes
es mejor que la de las lluvias, y ríos.
Proposición 96. El agua de balsa no es
tan buena como la de los pozos.
DE LA EXISTENCIA, Y NATURALEZA DEL
AIRE. Comienza en este capítulo XV escribiendo: “por aire entiendo
un cuerpo que por ser fluido es elástico, sutil y ramoso, que ocupa
todo el espacio comprendido entre la tierra y la Luna” (p. 355).
Proposición 97. El aire es cuerpo
fluido sutilísimo. El aire es un fluido porque la resistencia que
opone a ser dividido es prácticamente nula. Es sutil por su
capacidad de penetración, capaz de encontrarse en las cavernas más
hondas de la tierra y hállase en la mayor profundidad de las minas.
Proposición 98. El aire es elástico.
Son numerosos los experimentos que se pueden realizar para demostrar
la fuerza que tiene el aire comprimido para extenderse y ocupar su
primitivo lugar cuando cesa la causa de la opresión. Cuenta Piquer,
entre otros ejemplos, el fundamento en la escopeta neumática. Entre
los instrumentos que sirven para demostrar la fuerza elástica del
aire, describe la máquina neumática inventada por Otto von de
Guericke (1602-1685).
Proposición 99. La causa de la virtud
elástica del aire es el fuego. Este elemento, por antonomasia, es el
elemento elástico del mundo universal. Comunicada esta fuerza
elástica al aire, hace que concurran en éste sus propiedades
elásticas produciendo notables efectos en la naturaleza.
Proposición 100. El aire es pesado.
Esta afirmación ya la demostró Aristóteles con un experimento
donde resultaba que el odre es más pesado estando lleno de aire que
vacío. Piquer en su Física, precisa que la experiencia de
Torricelli (1608-1647), fue la prueba evidente de que el aire es
pesado.
Este capítulo XVI: DE LOS FENÓMENOS
DE LA FLUIDEZ, PESO Y FUERZA ELÁSTICA DEL AIRE, está
numerado con error, aparece como XIII. Por la fluidez y elasticidad
justifica el modo de sacarse vino de un barril por medio de un tubo
de goma. Los antiguos veían estos efectos y se conformaban con
atribuirlos al miedo del vacío. Los newtonianos los atribuían a las
fuerzas de atracción. El trueno es considerado como uno de los
fenómenos más espectaculares de la naturaleza, atribuible a la
fuerza elásticas de aire.
El siguiente capítulo: XVII DE LA
ATMÓSFERA, no tiene proposiciones. Piquer se refiere a la atmósfera
como aquel espacio que contiene los vapores y exhalaciones mezclados
con el aire. Una inmensa copia de agua se evapora de los mares y se
comunica al aire. En ningún lugar, ni en ningún tiempo está el
aire sin agua. También se encuentran los vapores y exhalaciones que
se levantan de cuantos cuerpos hay en la tierra. En cuanto a las
calenturas epidémicas que por el mes de febrero afectan a la
población de Valencia conjetura que nacen principalmente de la
atmósfera.
Después de la atmósfera, en el
capítulo XVIII trata: DE LOS VIENTOS. Define el viento como un
movimiento sensible del aire. Puede este movimiento venir de
cualquier parte. Los navegantes consideran su origen en treinta y dos
lugares, dividiendo la circunferencia de direcciones en otros tantos
ángulos. Cita Piquer al P. Tosca como experto en matemáticas,
física y astronomía, para una más exhaustiva información.
Proposición 101. Se refiere en esta proposición a: La luz, los vapores, y el fuego son las causas de los vientos. De las experiencias realizadas con el espejo ustorio deduce que la luz mueve los objetos, puesto que uno de ellos puesto en el foco del espejo, libre de la fuerza del aire, la comunicación de la luz le hace moverse con manifiesta vibración. Los vapores pueden excitar los vientos, porque empujando el aire, le obliga a ceder su fuerza y ésta es la causa de los vientos. El fuego puede causar los vientos dilatando el aire.
Proposición 101. Se refiere en esta proposición a: La luz, los vapores, y el fuego son las causas de los vientos. De las experiencias realizadas con el espejo ustorio deduce que la luz mueve los objetos, puesto que uno de ellos puesto en el foco del espejo, libre de la fuerza del aire, la comunicación de la luz le hace moverse con manifiesta vibración. Los vapores pueden excitar los vientos, porque empujando el aire, le obliga a ceder su fuerza y ésta es la causa de los vientos. El fuego puede causar los vientos dilatando el aire.
Proposición 102. El Sol y la Luna son
las causas remotas de los vientos. El Sol excita el fuego, levanta
los vapores y hace vibrar la luz. La Luna oprime el aire y las aguas,
y hace más viva la operación del fuego. Pueden, por tanto, poner en
acción las causas próximas del fuego. Éste y la luz son las causas
próximas, esenciales, para originar los vientos quedando el Sol y la
Luna como las causas remotas de los vientos.
Proposición 103. Explícanse los
fenómenos principales de los vientos. Aquí se exponen la influencia
que pueden los montes, mares, valles y otras muchas cosas propias, en
particular las de cada clima, en las causas de los vientos.
Proposición 104. Explícanse las
propiedades de los vientos. Se refiere aquí, fundamentalmente a la
humedad. Advierte Piquer que los vientos según su grado de humedad
pueden resultar, a las plantas o los animales, saludables o nocivos,
dependiendo también del temperamento del sujeto. “En Valencia los
vientos de poniente son secos y calientes, perjudiciales a los que
tienen el cerebro dispuesto a la inflamación. Los vientos orientales
son húmedos, nocivos para los flemáticos y fríos. Tres factores
son determinantes de estos resultados: los lugares por donde pasa el
viento, la calidad y cantidad de los diversos vapores que recibe y el
temperamento de los sujetos en que obra” (pp. 384-385).
El capítulo XIX trata DE LOS EFECTOS
DEL AIRE EN EL CUERPO HUMANO. Este título no contiene proposiciones
específicas. Los físicos antiguos se preguntaban qué
contenía el aire para ser tan necesario para la vida de las plantas
y de los animales. En principio se llegó a considerar como la más
plausible respuesta, aceptar que en el aire había una gran copia de
salitre que comunicada al cuerpo hacía
correr con mayor velocidad la sangre por los pulmones. Cita Piquer al
erudito Dr. Martínez como defensor de esta opinión, pero insinúa
que no puede probarse por experiencia la existencia de este salitre
en el aire. Piquer escribe: “Yo juzgo que en ninguna parte del
cuerpo humano es más veloz el curso de la sangre que en los pulmones
y, consiguientemente que el aire sirve para contener y refrenar la
impetuosa circulación que hace la sangre por ellos, pero no
aumentarla (...)” (p 386).
DE LA TIERRA, es el último capítulo
del tratado cuarto. Los tres elementos: aire, fuego y agua son
fluidos. Éste que ahora tratamos: la tierra, se une a los anteriores
en la formación de los cuerpos mixtos para otorgarles a éstos la
cualidad de la dureza. Como sucede con el agua y el aire, este
elemento: la tierra, difícilmente se halla pura. Especifica
que la greda no es arcilla. Ésta es la que los latinos
llamaron argilla, y aquella creta., “y en España se
han distinguido comúnmente estas tierras, dándolas diversos nombres
correspondientes a los latinos, y sin equivocarlas, como se ve en los
significados diferentes que dan a aquellas voces Covarrubias y
Antonio de Nebrija” (p. 390). Sobre la arena, escribe Piquer
que él ha visto con un microscopio arenas diferentes y ha observado
“en los colores, y en la textura de sus partes una semejanza grande
con el cristal pero ninguna con las tierras” (p. 391).
4.5. Tratado V:
de las piedras.
Este tratado debería estar integrado,
según nuestra opinión, en un libro de Geología o de Ciencias
Naturales, pero se puede justificar al aceptar la definición de
Física establecida en el tratado
II. De los cinco que consta el libro de
Piquer éste es el más corto, consta de cuatro capítulos que en el
texto original abarcan 32 páginas.
En el capítulo I: DE LA GENERACIÓN DE
LAS PIEDRAS dice Piquer: “Los físicos llaman piedras, ciertos
cuerpos puramente mixtos, duros, firmes y sólidos, que no se estiran
con los golpes del martillo, ni se funden al fuego” (p..393).
Proposición 105. Muchas piedras fueron
formadas en la creación del mundo.
En la proposición 106: explícase la generación de las piedras comunes, clasifica Piquer las piedras en comunes y preciosas. Se refiere el Dr. Piquer a la fuente de la Esperanza de la ciudad de Segorbe, en la que el agua cargada de tierra gredosa deja en los conductos artificiales una costra de piedra que los cerraría si no se limpian. El amianto lo define como una piedra filamentosa que se halla en los Pirineos y en el valle de Campan. Se pueden con ellas formar telas que resisten la furia del fuego. Otra es la piedra pómez que arrojan los volcanes, siendo esponjosa, liviana y rala, flota sobre las aguas del mar. Incluye entre las piedras comunes el mármol, piedra común muy estimable por su dureza, hermosura y variedad de colores, que se encuentra en el Reino de Valencia y en otras partes de España.
En la proposición 106: explícase la generación de las piedras comunes, clasifica Piquer las piedras en comunes y preciosas. Se refiere el Dr. Piquer a la fuente de la Esperanza de la ciudad de Segorbe, en la que el agua cargada de tierra gredosa deja en los conductos artificiales una costra de piedra que los cerraría si no se limpian. El amianto lo define como una piedra filamentosa que se halla en los Pirineos y en el valle de Campan. Se pueden con ellas formar telas que resisten la furia del fuego. Otra es la piedra pómez que arrojan los volcanes, siendo esponjosa, liviana y rala, flota sobre las aguas del mar. Incluye entre las piedras comunes el mármol, piedra común muy estimable por su dureza, hermosura y variedad de colores, que se encuentra en el Reino de Valencia y en otras partes de España.
A la explicación de la formación de
piedras preciosas le dedica la proposición 107. En él recurre a las
pruebas experimentales que realizó Thomas Brown. Cita el cristal de
rocas, que se forma ordinariamente en la hendeduras de las montañas.
Es muy verosímil, confirma Piquer, que la figura de las partículas
contribuya mucho a la variedad, y formación de los cuerpos.
En la proposición 108: explícase la
generación de las piedras figuradas que las define.
La proposición 109 la dedica a
explicar: la formación del coral y las perlas.
El capítulo II trata: DEL CRECIMIENTO DE LAS PIEDRAS.
El capítulo II trata: DEL CRECIMIENTO DE LAS PIEDRAS.
Piquer como médico en el capítulo
III: DE LAS VIRTUDES DE LAS PIEDRAS se muestra muy cauto. Escribe:
“No se puede en general negarles alguna virtud a las piedras para
ciertas dolencias (...). Mas es
cierto que el mal uso de la experiencia ha hecho atribuir a las
piedras muchas falsas virtudes y propiedades” (p. 410).
El cuarto y último capítulo: DEL
IMÁN, contiene tres proposiciones: explícanse las causas de estas
propiedades del imán (112)); explícanse por estas causas los
efectos del imán (113); y examínense algunas maravillas del imán
(114). Piquer define el imán como: “una piedra, densa, no muy
pesada, de color negro, pardo o azul obscuro, y se halla en las minas
de hierro y cobre". Dice Piquer que es verdad que en algunos
lugares la aguja de la brújula declina un poco hacia el Este y otras
hacia el Oeste. Se han formado tablas con los valores de estas
declinaciones. Cita nuevamente a Vicente del Olmo, cuya obra más
importante es la titulada Nueva descripción del orbe de la Tierra
(1681) en la que se encuentran tablas de las declinaciones,
importantes para la navegación.
5. Las claves del libro.
Destacamos del libro de Piquer como
puntos significativos, en nuestra opinión, los siguientes:
Emplea el contenido de la Física en su
concepto más amplio incluyendo toda la Naturaleza, seres animados e
inanimados, su disposición, orden y leyes que los gobiernan.
Anuncia un segundo tomo, con la idea
puesta en tratar de: los animales, las plantas, los metales y
minerales, y los cielos.
Destaca la importancia y utilidad de la
Física.
Incluye, además de los cuatro
elementos de Anxágoras: agua, aire, fuego y tierra, tres más: la
luz, la sal y el aceite.
Discute, sin desterrarla, la filosofía
aristotélica, anunciando su inutilidad para explicar nuevos
conocimientos científicos, sustituyéndola por nuevos modelos
filosóficos.
Utiliza y demuestra conocer, unas veces
para discutir y otras para afirmar, las teorías, experimentos y
opiniones de: filósofos antiguos, anteriores al sigo XV, y modernos,
pertenecientes a los siglos XVI, XVII y XVIII.
Opina sobre las doctrinas de los
filósofos sistemáticos (Descartes, Gassendi y Newton), filósofos
experimentadores (Boyle, Boerhaave), filósofos corpusculares
(Leucipo, Demócrito).
Argumenta su catolicismo apoyándose en
los escritos de: San Agustín y Santo
Tomás; las doctrinas de los concilios Lateranenses; las encíclicas
de los papas: Benedicto XIV y Clemente XIV. (El pontificado de estos
Papas abarca toda la vida de Piquer).
Piquer en sus opiniones practica la
filosofía ecléctica.
Aplicó la filosofía mecanicista a la
anatomía del cuerpo humano, de la que después abjuró por
considerarla materialista, según consta en el Discurso del
Mecanismo, publicado en 1768.
El libro está dedicado
fundamentalmente a los alumnos de las facultades de medicina.
Consideró las matemáticas necesarias
para el estudio y el progreso de la física, pero le resultan poco
útiles las complejas demostraciones (Newton, Bernoulli, l’Hospital)
para explicar hechos naturales descubiertos en los que la
experimentación se muestra más eficaz para ayudar a la razón en la
formulación de juicios.
No utiliza en el libro la formulación
matemática.
En el texto son frecuentes las
alusiones al P. Feijoo, principalmente a los discursos relacionados
con las ciencias de la obra Teatro Crítico Universal y también las
Cartas Eruditas.
Los experimentos de los denominados
jesuitas científicos (P. Regnault) son mencionados reiteradamente.
No acepto la teoría de
Copérnico, por estar prohibida por la iglesia Católica, pero que
comenzaba a ser aceptada por personalidades de la Ciencia como el P.
Zaragoza jesuita, y el P. Tomás V. Tosca.
Piquer dominaba las lenguas clásicas,
particularmente el latín, que utilizaba para la lectura de los
textos de los filósofos antiguos. Escribió en latín la mayoría de
sus obras de medicina.
Su Física moderna (...) está
considerada como el primer texto de esta materia escrito en español.
El reino de Valencia es el más citado
en el texto y al que Piquer aplica sus conocimientos de Física,
fundamentalmente en aquello relativo a: pozos, fuentes, río Turia,
aguas medicinales y termales, aguas subterráneas, epidemias,
piedras, terremotos, etc.
Piquer publicó en el mismo año que su
libro unas Cartas apologéticas, en contestación a un folleto
anónimo que apareció criticando su Física.
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FEIJOO, B. J. (1676). Teatro Crítico
Universal. Discurso decimocuarto. De lo que sobra y falta en la
enseñanza de la Medicina. Madrid, t.7, párrafos 22 y 23.
GONZÁLEZ, J. Mª (1857). D. Andrés
Piquer. Su vida y su obra. (Discurso leído en la Universidad
Central). Madrid: Imp. de D. Pedro Covillas.
LÓPEZ PIÑERO, J. Mª.; GLICK, F,;
NAVARRO BROTONS, V.; PORTELA MARCO. E. (1983). Diccionario histórico
de la ciencia moderna en España. Barcelona: Edit. Península, v.I.
pp. 411-414.
MARTINEZ, J. A.T. (AZORÍN) (1997).
Valencia. Valencia: edit. Biblioteca Nueva.
(Publicado bajo el patrocinio de la Generalitat Valenciana), pp.
178-180.
MENÉNDEZ PELAYO, M. (1944). La Ciencia
Española . Madrid: C.S.I.C., v. II, pp. 279-355.
MINDAN, M. (1991). Andrés Piquer
(Filosofía y Medicina en la España del siglo XVIII). Zaragoza:
Librería General. Zaragoza, p.17.
PESET Y CERVERA, V. (1934). Andrés
Piquer (Recuerdo apologético de la excelsa figura del siglo XVIII).
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PIQUER, A. (1745). Física Moderna, Racional y Experimental. Valencia: Oficina de Pascual García. Valencia: Imp. Hijo de F. Vives.
PIQUER, A. (2001). Física moderna,
racional y experimental. Edición facsímil. Valladolid: Editorial
Maxtor.
SANVISENS, A. (1953). Un médico
filósofo español del siglo XVIII, el doctor Andrés Piquer.
Barcelona: C.S.I.C. Instituto Luis Vives de Filosofía.